“La historia empieza en Madrid. En aquella época éramos una familia de tres, mis padres y yo, que dejaban su vida allí para instalarse en la segunda capital griega, Salónica. Mi padre, griego, que había finalizado sus estudios universitarios en Madrid, fue uno de los primeros que impartió en Salónica clases de español. Me crié entre diccionarios, libros y algunos alumnos que venían a casa a aprender la lengua que yo hablaba. Siendo niña, me parecía rarísimo que tuviera la gente que estudiar tanto para hablar algo que me parecía tan natural. Fue así como nació “Castilla” que se fundó en 1988.  

Lo que había empezado como clases particulares en casa cobró un espacio tanto profesional como familiar, un espacio que era tanto escuela de español como una casa española. Todo en ella, hasta el más mínimo detalle, recordaba España. Su nombre fue en honor a los abuelos maternos de Burgos, en honor a aquellas tierras que tanto extrañábamos aquí… y en una época que no había más medios que un teléfono fijo. Lo que llegó entonces era definitivamente mi segunda casa, una casa donde se hablaba sólo español, en las aulas se oían risas entre diálogos, se proyectaban películas españolas con palomitas cada viernes, se celebraban fiestas con sangría, paella, tortillas españolas, música española… y tantas cosas más… Seguí haciéndome mayor entre diccionarios, pupitres, gente que adoraba la lengua española y España, entre risas y contacto diario con un pequeño mundo español. Ese espacio de 60 metros cuadrados llamado “Castilla” se vistió del color de Burgos, se había llenado de libros españoles, pósteres de nuestra patria querida, cada detallito tenía su valor y su sitio. Era un espacio lleno de amor, un espacio que olía a España. A medida que pasaba el tiempo, el número de alumnos aumentaba y se consiguió un espacio más, el del piso de arriba, de otros 60 metros. Cada planta tenía (y sigue teniendo) dos aulas, separadas por cristales que dan amplitud al espacio y espejos en las columnas. 

En el año 2000 el número de alumnos seguía en aumento, por lo que procedimos al alquiler de otro espacio, a 5 minutos a pie de aquél. En este nuevo espacio había otras cuatro aulas todas igualitas a las otras, todo se intentó hacer de la misma manera. Recuerdo que hasta las revistas eran españolas, todo. Desgraciadamente este segundo espacio se cerró en 2011 por culpa de la crisis económica pero siempre queda el primero, aquella pequeña casita, mi segunda casa con las caritas felices que ves cada día, las risas que salen de las aulas, las revistas que hojeas junto a los demás y charlas, las pelis que compartes, los bailes en las fiestas. Eso es “Castilla”.

Y ahora llega lo que tanta falta nos hubiera hecho en los años 80 y 90 y que no teníamos, la comunicación tan fácil y a distancia: Internet. Llegó tarde pero llegó. Digo tarde porque nunca lo usamos para ver a esas personas que siempre se despedían de nosotros con lágrimas en los ojos. Digo que llegó porque ahora ya se abre un sinfín de posibilidades nuevas para nosotros. Un buen planteamiento sería el de “Castilla online”, una “Castilla” igual de  acogedora, igual de bonita y profesional al mismo tiempo a la que pudieran tener acceso también los que no viven en esta ciudad. Ojalá se pueda realizar y se puedan hacer llegar a través de una pantalla todas estas imágenes, colores, olores y sentimientos.

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